Gabriel Becerra
@BecerraGabo

En la disputa política nacional, que ya entra en un momento decisivo de cara a las elecciones al Congreso y a la Presidencia previstas para el 13 de marzo y el 27 de mayo del año entrante, el Pacto Histórico emerge como el referente principal de alianzas y unidad del campo de las izquierdas, el progresismo y sectores democráticos.

Pero, ¿qué es el Pacto? ¿Cuál es su contenido programático? ¿Cómo se organiza?  ¿Qué perspectivas tiene?

En la historia de las alianzas, coaliciones y unidades políticas existe una larga lista de experiencias y siglas, en general coyunturales. La más reciente, que ayudamos a construir desde el año 2005, fue la del Polo Democrático Alternativo que logró reunir prácticamente a todo el espectro político de la izquierda, obtener importantes avances, pero finalmente naufragó como referente unitario, entre los ataques de las derechas y las equivocaciones y sectarismos de diverso tipo a su interior.

Hoy emerge una recomposición del campo político y el Pacto irrumpe ante todo como una necesidad. El llamamiento realizado el pasado 11 de febrero, sigue convocando a importantes sectores populares, incluso provenientes de la política tradicional.

En tan solo nueve meses, el Pacto es sinónimo de esperanza y cambio para millones de compatriotas hastiados del continuismo tradicional. Sería equivocado interpretarlo y asumirlo en esta etapa inicial como un Partido, movimiento o frente político clásico. El Pacto hoy es más una idea que moviliza y convoca, que una estructura. Será también según la ley, el nombre de una coalición electoral que reúne a cinco partidos y que debemos ayudar a elegir.

Un método de gobierno dice Petro, aludiendo a una idea reiterada también en el diálogo de La Habana, de gran acuerdo político nacional sobre temas fundamentales, propósitos de nación, para salir, por ejemplo, del pantano de las violencias y la desigualdad que se mantiene y crece en el país. En consecuencia, el Pacto en lo fundamental es más que una sumatoria, una potencia transformadora, que se está pariendo y tendrá en estos meses decisivos muchas pruebas de fuego.

Se necesita hacer realidad en el Pacto, un acuerdo programático que incorpore las aspiraciones de cambio económico, político y sociocultural esenciales para un programa de gobierno de coalición para la paz, la democracia y la justicia social.  Anti neoliberal, pero también anti patriarcal y anticolonial, tal y como lo reclama Francia Márquez.

Insuficiente dicen muchos, no lo dudo; extremista dice la derecha para meter miedo; revolucionario para los tiempos actuales afirmaría, si se ubica en el contexto de la disputa, la correlación de fuerzas y la contradicción con el continuismo de la guerra, el neoliberalismo y las mafias que estamos enfrentando aquí y ahora, y que harán lo imposible para tratar de impedir que se “voltee la arepa”, y que sus gobiernos oligarcas de décadas sigan como si nada, robando y matando en la impunidad.

Para ganar las elecciones, el Pacto, además de ideas y programa, debe ser organización y movilización en todos los órdenes, desde abajo y desde arriba, con los partidos, pero también con los movimientos sociales, con la juventud, las mujeres, los campesinos, los de abajo.

El Pacto es la posibilidad de hacer realidad la promesa que durante generaciones enteras no se ha logrado cumplir: El derecho que tenemos a vivir en una nación civilizada, en paz, dignidad y con justicia social.

¿Mucho pedir?

Share This